TPS extended again
The US Customs and Immigration Service announced that TPS -- Temporary Protected Status -- has been extended again for Salvadorans:
The program is a humanitarian measure based on a policy decision not to return people to a country suffering from natural disasters. For Salvadorans, TPS only applies to Salvadorans in the US as of the time of the 2001 earthquakes who obtain the necessary registration. The purported justification for the extension is that El Salvador still has not recovered from the earthquakes 7 years ago, but has more to do with regional politics and the practical problems of saying 200,000 people should now be immediately deported.
Although the termination of TPS has been rumored for years, the continuation of exemption from deportation for 229,000 Salvadorans has been an ongoing symbol of the relationship between the Saca and Bush administrations.
WASHINGTON – U.S. Citizenship and Immigration Services (USCIS) announced today that it will extend Temporary Protected Status (TPS) for nationals of El Salvador through Sep. 9, 2010. The extension will make those who have already been granted TPS eligible to reregister and maintain their status for an additional 18 months. There are approximately 229,000 nationals of El Salvador (and people having no nationality who last habitually resided in El Salvador) who are eligible for reregistration. TPS does not apply to Salvadoran nationals who entered the United States after Feb. 13, 2001.
The program is a humanitarian measure based on a policy decision not to return people to a country suffering from natural disasters. For Salvadorans, TPS only applies to Salvadorans in the US as of the time of the 2001 earthquakes who obtain the necessary registration. The purported justification for the extension is that El Salvador still has not recovered from the earthquakes 7 years ago, but has more to do with regional politics and the practical problems of saying 200,000 people should now be immediately deported.
Although the termination of TPS has been rumored for years, the continuation of exemption from deportation for 229,000 Salvadorans has been an ongoing symbol of the relationship between the Saca and Bush administrations.
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Discurso pronunciado por Mauricio Funes en el ENADE 2008 San Salvador, 24 de septiembre de 2008.
Saludo a los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, ANEP y, de modo especial, a su Presidente, Ingeniero Federico Colorado.
Saludo también a las autoridades de gobierno y al cuerpo diplomático acreditado en el país, a los representantes de organismos internacionales, de universidades y centros de investigación, a representantes de partidos políticos, al empresariado en general e invitados especiales.
Agradezco a los organizadores de este evento la oportunidad que me brindan para expresar y compartir con ustedes algunas ideas sobre la situación del país y los desafíos que enfrentamos y seguiremos enfrentando todos los salvadoreños y salvadoreñas que deseamos hacer de El Salvador una sociedad incluyente, próspera, desarrollada y competitiva, donde los beneficios del crecimiento económico alcancen a la mayoría de la población.
Extraigo estas reflexiones de nuestro Programa de Gobierno, aprobado por unanimidad en la última Convención Nacional Ordinaria del FMLN, celebrada el pasado 17 de Agosto.
Aprovecho la ocasión para invitarles a un diálogo nacional con el propósito de encontrar juntos la solución a los problemas que nos aquejan, en el cual nuestro Programa de Gobierno, en tanto propuesta a la nación, puede convertirse en un insumo para el análisis y la discusión.
Los problemas del país son de tal magnitud y complejidad que un par de minutos no son suficientes para analizarlos en toda su dimensión y menos para exponer sus posibles soluciones.
Confío que este encuentro abra la puerta y construya el camino necesario para propiciar un entendimiento entre todos los sectores políticos, sociales y económicos que creemos en la necesidad de un cambio de rumbo para el país.
El Salvador está pasando un momento excepcional que exige dejar a un lado nuestras diferencias y nuestros intereses particulares y unirnos alrededor del interés nacional.
Sólo de esta manera estaremos preparados para enfrentar con éxito los enormes desafíos que tenemos enfrente y aprovechar las oportunidades y potencialidades que siempre están presentes en los momentos de dificultad y de crisis.
Debemos ser realistas. No estamos bien. Debemos ser francos. Debemos aceptar que estamos mal, pero que tenemos la posibilidad de mejorar.
La crisis económica y financiera internacional nos encuentra en una situación muy vulnerable como consecuencia de una inadecuada gestión económica que ha desprotegido a los sectores productivos, ha reducido los márgenes de acción del gobierno para actuar rápida y eficientemente ante la presencia de choques económicos externos e internos y que en los últimos meses ha puesto en peligro la estabilidad macroeconómica como consecuencia de la aplicación de políticas insostenibles que han generado un peligroso deterioro de la situación fiscal.
Estoy consciente que no es el momento, ni tampoco es la actitud deseable, la de comenzar a descargar responsabilidades en otros, pero tampoco puedo pasar por alto que la forma como se ha manejado la economía del país en los últimos años explica en buena medida la situación con la que recibimos estos impactos.
El más reciente informe de la prestigiosa firma calificadora de riesgos “Standard and Poor’s” señala que no obstante los avances alcanzados, nuestro país continúa presentando rezagos frente a otros de la región con calificación crediticia similar expresados en los débiles indicadores sociales que aún muestra brechas evidentes en educación, tecnología y capacitación, altas tasa delincuenciales que limitan las perspectivas económicas, insuficientes avances en productividad y creciente inflación que minan la competitividad, alto déficit fiscal, entre otros problemas.
Como resultado, la pobreza ha vuelto a aumentar, sobre todo en las zonas rurales, el costo de la vida se ha incrementado a niveles inaceptables y los sectores productivos tienen cada vez más dificultades para producir por la falta de políticas claras y consistentes que los ayuden en estos momentos de dificultad.
Desafortunadamente, las perspectivas de corto plazo no son buenas.
Existe un consenso amplio entre las instituciones internacionales de financiamiento, las calificadoras de riesgo y los analistas más destacados de que este año y el próximo el crecimiento económico se reducirá, que la inflación se mantendrá en niveles altos para una economía dolarizada, que las finanzas públicas se deteriorarán aún más y que probablemente las remesas disminuirán aún en términos absolutos.
Estas tendencias repercutirán negativamente en las condiciones de vida de la población y seguramente más salvadoreños y salvadoreñas pasarán a engrosar las filas de los pobres o se harán más pobres de lo que ya son.
En resumen, estamos pasando por un momento crítico que requiere serenidad y claridad sobre lo que hay que hacer y cómo hacerlo y honradez para reconocerlo. Pero sobre todo se requiere cerrar filas y unirnos alrededor del interés nacional.
En nuestro programa de gobierno y en el plan de gobierno que estamos elaborando, consideramos que la única manera sostenible de reducir la pobreza y la desigualdad y mejorar la calidad de vida de todas las familias salvadoreñas, es generando un proceso de crecimiento económico alto y sostenido que produzca más y mejores empleos.
El responsable principal de generar empleo no es el Estado, sino los empresarios tanto nacionales como internacionales.
Esto tampoco debe llevarnos a sostener que el Estado deba desentenderse de la obligación de crear el clima necesario para el desarrollo de los emprendedores privados.
Por eso, en mi gobierno, los empresarios tendrán todo el apoyo para que puedan invertir y prosperar.
Creemos en el mercado como asignador eficiente de recursos, pero también reconocemos la necesidad de una eficiente intervención del Estado para corregir sus fallas.
No se trata de Más Estado, sino de Mejor Estado.
Deseo aprovechar este espacio para ratificar ante ustedes y ante el país mi compromiso de crear un clima de negocios que favorezca y promueva la inversión privada nacional e internacional.
Una condición esencial para crear un clima de negocios favorable es generar confianza y certidumbre.
Reafirmo por ello mi compromiso de mantener la dolarización de la economía y de respetar los acuerdos comerciales, incluyendo el tratado de libre comercio con Estados Unidos.
El FMLN, como muchos otros sectores en el país, se opuso desde el inicio a la dolarización que en las actuales circunstancias, lejos de habernos traído el paraíso prometido, ha reforzado nuestras debilidades y los riesgos que la crisis actual conlleva, debido a que al no haberse avanzado en el área fiscal, ha estrechado los márgenes de maniobra del Estado para definir y ejecutar políticas públicas.
No obstante, estoy convencido que en estos momentos el costo de desdolarizar el país es mayor que el de mantener el dólar como moneda de curso legal. Por eso insisto en cerrar este debate y no dejar ninguna duda que mientras el análisis del proceso económico de nuestro país no nos indique otra cosa, la dolarización se mantendrá.
Reitero además lo expresado en nuestro Programa de Gobierno a propósito del TLC con Estados Unidos: respetaremos los acuerdos comerciales suscritos por gobiernos anteriores.
Así mismo, quiero ratificar mi compromiso de respetar y fortalecer el Estado Constitucional de Derecho y la institucionalidad democrática.
Hago mío el énfasis que los organizadores de este encuentro han plasmado en el documento que sirve de base al evento y que propugna por la consolidación de la institucionalidad.
Al igual que ustedes, también creo que “lo más importante para los ciudadanos y para el sector empresarial es la estabilidad y la predictibilidad”
Sin reglas claras y aplicables a todos por igual no es posible alcanzar el desarrollo que todos aspiramos.
El documento que ustedes han elaborado propone algunas apuestas estratégicas que, en general, yo comparto. Por nuestra parte, también hemos elaborado algunas, como por ejemplo, lograr un crecimiento económico alto y sostenido liderado por la inversión productiva y por el conocimiento, razón por la cual he planteado la necesidad de construir una Alianza Nacional por el Conocimiento y de invertir más en educación, en investigación y en desarrollo. También nos hemos propuesto como objetivo estratégico convertir a El Salvador en el centro de la integración centroamericana, razón por la cual hemos definido como una prioridad central de mi gobierno impulsar el avance del proceso integracionista desde una perspectiva integral.
Sin embargo, como la experiencia de las últimas décadas muestra, para que las apuestas estratégicas realmente se conviertan en el horizonte que guía la definición y ejecución de políticas públicas, se requiere que dichas apuestas tengan un fuerte respaldo social y político.
Es precisamente por esta razón que le he propuesto al país elaborar una Estrategia Nacional de Desarrollo que cuente con un consenso general. Hoy ratifico dicha propuesta y me comprometo a convocar a un diálogo amplio sobre una estrategia nacional de desarrollo durante los primeros meses de mi gobierno. Y para ello mi Gobierno retomará la propuesta ENADE 2004 sobre la necesidad de crear un Consejo Económico y Social del país para discutir iniciativas y propuestas sobre soluciones de nación.
Esto pasa por cambiar la forma tradicional de administrar y resolver nuestras diferencias y de concebir el ejercicio público.
Como señalamos en nuestro Programa de Gobierno: “A pesar de las reformas realizadas – que dieron origen a Los Acuerdos de Paz- los avances para la consolidación del Estado de Derecho y de la democracia han estado condicionados por gobiernos caracterizados por la utilización del Estado y la política pública para concentrar riqueza y poder en pequeños grupos y por una práctica administrativa caracterizada también por la vulneración de las instituciones, de los procedimientos legales, la falta de transparencia, el irrespeto a las mayorías y a los intereses públicos”
La receta es simple: debemos poner fin al hegemonismo como metodología política y de gestión y pasar a la construcción de consensos como una nueva forma de toma de decisiones.
El consenso como centro de la política implica un sistema permanente de consultas con todos los sectores.
En el campo de la economía, de la infraestructura, de la innovación tecnológica, de la educación, el empresariado nacional y los inversionistas extranjeros tendrán participación en las decisiones que se adopten.
Y de la misma manera que el Estado abrirá las puertas, pedirá de los convocados la responsabilidad que emana del protagonismo que adquieran.
En este esfuerzo es necesario que apartemos los prejuicios con que habitualmente se encara una propuesta que proviene de una fuerza política de oposición.
Tal vez con más insidia, que ignorancia, se me interroga una y otra vez acerca de si mi gobierno será socialista o más aún, si acabará alineado con aquellos gobiernos que aseguran construir el llamado “socialismo del siglo XXI”
Nada más alejado de la realidad política del país que semejante pretensión.
Aspiro a conducir un Estado que cree las condiciones básicas imprescindibles para facilitar en el país las inversiones locales e internacionales, así como para crear ese necesario clima de negocios que surge de una sociedad dispuesta a encarar un franco proceso de desarrollo.
Aspiro a que en El Salvador funcionen las instituciones, se cumplan las leyes, para que funcione la democracia.
El Salvador, nuestro país, necesita dejarse de rótulos y falsos dilemas y poner a trabajar en plenitud sus potencialidades productivas.
En primer lugar, el sector agropecuario.
La crisis alimentaria y el alza desmedida del costo de la vida tienen mucho que ver con el abandono de la actividad agropecuaria; con la falta de atención, de incentivos, de cuidado de parte de los gobiernos. Un abandono inexplicable. La suposición de que la importación favorecería la competencia y la baja de los precios ha sido un error estratégico de gravísimas consecuencias económicas y sociales. Hoy no tenemos cómo abastecer nuestro empobrecido mercado interno y el sector rural se ha convertido en el principal abastecedor de emigrantes y mano de obra para economías más desarrolladas, como Estados Unidos.
Pero deberemos tener mucha energía en desarrollar otras áreas de la actividad industrial y de los servicios. Por supuesto que lo haremos dentro de los marcos de la economía de mercado y con énfasis en proteger y promover la iniciativa privada nacional.
En síntesis: debemos lograr reconstruir nuestro tejido productivo porque hasta ahora hemos marchado en dirección contraria.
El Salvador no puede seguir siendo sujeto pasivo y débil ante las circunstancias internacionales.
El Estado no se desentenderá de estas cuestiones porque son estratégicas. El crecimiento de la producción, del empleo, la distribución equitativa del ingreso, el incentivo a la innovación tecnológica y a la investigación, la apuesta a la educación, entre otros, son objetivos que competen tanto a lo público como a lo privado.
En este contexto, no puedo menos que enfatizar la necesidad de construir la unidad nacional y trabajar en la construcción de una estrategia nacional de desarrollo que surja de un proceso democrático de diálogo y concertación.
Dadas las circunstancias extraordinarias que vivimos, la búsqueda de acuerdos no puede ni debe esperar hasta que asuma el nuevo gobierno. Debemos, hoy y no mañana, alcanzar un acuerdo político sobre uno de los temas más urgentes: el manejo de la deuda pública, que no sólo le permita a este gobierno resolver sus problemas inmediatos de caja, sino que reduzca la carga fiscal del próximo gobierno, independientemente de quién resulte ganador en las elecciones del 2009 y que permita realizar las inversiones para el desarrollo social y económico que El Salvador necesita.
Se trata de un acuerdo con sentido de urgencia nacional que no puede esperar hasta conocer los resultados de las elecciones y que debe centrarse en los siguientes aspectos:
. El refinanciamiento de la deuda.
. El compromiso de definir una política de endeudamiento externo de corto, mediano y largo plazo.
. La obtención de nuevos préstamos para ser utilizados en programas de emergencia para ayudar a las familias más pobres, tanto rurales como urbanas, y para proyectos de salud, educación y agua potable.
. El compromiso de los partidos políticos de que independientemente quien llegue al poder se promoverá la búsqueda de un acuerdo nacional sobre el tema fiscal con el propósito de resolver de manera gradual el grave problema de las finanzas públicas.
Amigos y amigas,
Aspiro a conducir el Estado con firmeza y austeridad, y sobre todo, con honestidad.
No daré un paso en contra de la letra y el espíritu de nuestra Constitución.
Gobernaré, si la voluntad popular así lo expresa, con la ley en la mano.
No invocaré, como otros hacen , el nombre de Dios en vano, mientras abandonan su fé cristiana y el amor al prójimo.
Me propongo impulsar y consolidar la unidad de todos los salvadoreños y salvadoreñas para hacer de El Salvador la economía más dinámica de Centro América.
Muchas Gracias.
I was gonna say that the only reason for the TPS is to keep the country afloat and to give a debajo de agua handshake to Saca for sending Battalon Cuscatlan to Iraq in support of the failed Bush occupation.